¿Por qué las personas adultas quieren saber si están dentro de las AACC?

En mi consulta como psicóloga, las personas llegan con experiencias vitales que han generado en ellas distintos grados de malestar.

Algunas con diagnósticos clínicos basados en trastornos del estado del ánimo, como ansiedad y depresión. 

Otras con dificultades en las relaciones interpersonales que se manifiestan en la familia, la pareja, el entorno laboral y los amigos, incluso los vecinos.

Algunas con una vivencia profunda de falta de sentido o como dice Luis Rojas Marcos, de vida vacía. Han llenado sus vidas de lo que quieren los demás sin preguntarse que quieren ellas.

Cada una de ellas expresa su malestar mediante creencias, emociones y acciones que se retroalimentan dejándolas en un bucle incómodo incluso doloroso.

Detrás de estas expresiones laten necesidades que piden a gritos ser escuchadas, atendidas y validadas.

Actualmente, es relativamente sencillo encontrar información sobre AACC.

De hecho, es un tema recurrente en las redes sociales, en las salidas de la escuela y dentro de ellas. 

Existe el equipo de las pro evaluaciones y el de estar en contra de ellas.

Y en mitad de este barullo, discúlpame porque así es cómo lo siento cuando me trago información sin filtro, existe una marea de talentos atentos y a la espera de que alguien diga ¡oye, es tu momento!

Cómo todo en esta vida, al menos hasta dónde yo sé, cuando un tema “hace pop ya no hay stop”.

O lo que es lo mismo, las AACC es un universo multiverso y pluriverso que puede alimentar egos más que contribuir a la evolución de todos.

Al menos así es cómo las entiendo y me ayudó a profundizar en el constructo el psicólogo Roberto Ranz, mi profesor del máster en AACC y desarrollo del talento y que poco veo por el mundo del barullo.

¿Por qué será?

Vamos a lo que vamos.

Hay quienes defienden un modelo para explicarlas y hay quienes defienden otro. 

En tu caso, si me estás leyendo creyendo que vives con algunas (o todas) características de las AACC, te animo a que elijas la visión que resuene con tu intuición.

Porque fuera puede haber mucho ruido y perderte entre maremotos puede ser pan comido para quienes esperan a personas que están indecisas.

A continuación, y basando mi experiencia en la Comunicación NoViolenta de R. Marshall, he detectado estas necesidades subyacentes en madres, padres, adultos y profesionales vinculadas a las AACC: : 

1. Necesidad de conexión

Necesitas resignificar tu historia de vida. ¿Cómo? Comprendiendo tus vivencias, especialmente tu niñez y adolescencia. Aunque es probable que también en la juventud y en la adultez. 

2. Necesidad de Integridad

Necesitas reconectar con tu autenticidad después de meses, años o décadas viviendo para los demás. Para que mamá y papá estén contentos, no los quieres fallar. Para que tus amigos te acepten. Para que tus compañeros de trabajo te tengan en cuenta… Para que tu pareja esté contenta contigo.

3. Necesidad de paz

Necesitas aceptar todas tus singularidades como aspectos de identidad en vez de expulsarlos al olvido o acallarlos para contentar.

4. Necesidad de Bienestar Físico

Necesitas comprender que la nutrición basada en el amor y el «autoamor» es mucho más que alimentarse o beber. También incluye el ejercicio físico encargado de la liberación de neurotransmisores como la dopamina y endorfina mientras lo practicas, aportando sensación de logro y satisfacción. Y la serotonina que se encarga de liberar una sensación de plenitud y calma al finalizarlo.  

5. Necesidad de propósito

Necesitas dar sentido a todas las acciones que emprendes, en especial comprometiéndote en tu propio desarrollo y crecimiento personal atendiendo tus propios intereses, tomando consciencia de todo tu potencial y la evolución del mismo. Cultivando la esperanza de que el cambio es posible cuando hay constancia, perseverancia y compromiso.

6. Necesidad de autonomía

Necesitas conectar con la capacidad de liderazgo y abanderar las decisiones desde un valor fundamental como es la libertad de elección. 

7. Necesidad de humor

Necesitas desdramatizar tus vivencias con el humor que nace de la compasión, de la empatía y de la honra una vez revisada tu propia historia de vida.

Revisa si alguna de estas necesidades está presente en ti ahora o en las personas que acompañas.

Si eres terapeuta, pregúntate por qué se le da tanto valor a una evaluación.

O si lo prefieres, aprende a evaluar cualitativamente. 

Por último, me gustaría añadir una reflexión personal (no es la primera)

En medio de tsunamis, maremotos, multiversos y querer tener la razón, hemos olvidado una inteligencia esencial. 

Una que nos guía en la infancia y es la gran olvidada a medida que crecemos y socializamos. 

Es la inteligencia intuitiva. 

Una especie de voz interior que se expresa a través del cuerpo y que se pone en acción con todos los sentidos, experiencia de vida y mucho más.

Y ahora que has leído algunas de las necesidades, ¿de qué equipo eres? ¿Evaluación sí, evaluación no o depende?

Gracias por tu atención y presencia

Me encantará leerte

Con Amor y Humor, AYH

Àngels Martí